Comunicado de ATTAC Madrid respecto a la publicación el mismo día en el BOE del Decreto-ley de medidas para frenar los desahucios y del Real Decreto de desarrollo del banco malo
El 15 de noviembre el Gobierno aprobó dos decretos aparentemente sin
relación entre sí, pero que son las dos caras de una misma moneda. El primero se
refiere al asunto de los desahucios, de dramática actualidad,
y el segundo al denominado “banco malo”.
A pesar del altísimo grado de improvisación, si repasamos las
medidas tomadas o anunciadas en estos últimos años desde las diferentes
administraciones en lo relativo a la vivienda nos damos cuenta de que existe
una sola idea central: la salida de los activos tóxicos de las
entidades bancarias. El único camino que se le ocurre al Gobierno es
facilitar la venta de esos activos (abaratarla) a los que hoy tengan capacidad
de compra, básicamente fondos especulativos extranjeros.
No se nos dice explícitamente que esta sea la política diseñada, porque
los objetivos de toda ley sobre la vivienda han de ser distintos por definición.
Existe un nulo o escasísimo interés por facilitar el acceso a la vivienda, por
desarrollar una idea de la ciudad o del territorio, o por avanzar sobre la
protección de ambos. Existe el mismo desdén acerca del debate sobre el bien
común, que se plantea de facto como coincidente
con el de las clases dominantes o se nos impone directamente como inevitable.
Pero ni las medidas que propone el Gobierno son inevitables, ni el
interés general coincide habitualmente con el de las clases dominantes, y mucho
menos en el sector inmobiliario. El desarrollo de los intereses de esta impide
directamente el desarrollo del interés general, pues son antagónicos.
En otras palabras: las medidas que contempla el decreto de
creación del SAREB (“banco malo”) impiden directamente la solución al problema
de los desahucios. Ambos decretos reflejan el mismo tratamiento
subsidiario del derecho a la vivienda frente a su carácter financiero.
En efecto, el decreto referido a los desahucios es una
medida de urgencia, arbitraria y chapucera, provocada por diferentes presiones
desde Bruselas, los movimientos ciudadanos o los judiciales. Básicamente, la
medida no soluciona el problema, pues su objetivo real es no
incrementar los problemas de la banca. Por lo que la medida:
- “Beneficia” insuficientemente a colectivos muy minoritarios
- No paraliza los intereses de demora, que pueden multiplicarse por 120 o 150 en solo 3 o 4 meses.
- No protege, entre otros:
- A personas desempleadas con prestación
- A familias monoparentales con un hijo
- A familias con hijos de 4 años
- A familias no numerosas, avalistas (especialmente personas mayores que han avalado a sus hijos)
- A quienes tienen empleos precarios de 4 o 5 horas, si acaso, y no ganan más de 400 o 500 euros.
- Al mismo tiempo, el Gobierno tramita un proyecto de ley de reforma del mercado del alquiler que agiliza los desalojos de los inquilinos sin ofrecer alternativas habitacionales. A los inquilinos asiste el mismo derecho a la vivienda que a los deudores hipotecarios. El suyo no es un drama menor: 270.000 desalojos entre 2008 y 2011.
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El real decreto por el que se crea la Sociedad de Gestión de Activos
Procedentes de la Reestructuración Bancaria (SAREB), ciertamente responde al
mismo objetivo, que además se anuncia explícitamente en el PITVI.
Se diseña de modo que ninguna participación supere el 50% por motivos
contables de la deuda que a la vez impiden su control público, y por lo tanto
políticas públicas como la salida de los activos tóxicos hacia el alquiler
social que venimos continuamente demandando.
Se han estimado unas rebajas sobre
los activos de vivienda del 54%, sobre suelos del 79,5% y sobre créditos del
45,6%, y una rentabilidad por su venta del 14-15%. Pero no conocemos exactamente la
realidad de esos activos. Se estiman
unas 89.000 viviendas y más de 13 millones de metros cuadrados de suelo, pero
por las primeras aproximaciones
realizadas parece que únicamente van a tener atractivo para su venta las
promociones finalizadas destinadas al sector servicios con un estándar
medio/alto.
Para facilitar la venta a los bancos, se les exime del pago del impuesto
de plusvalía, y para atraer a los inversores extranjeros, se les da una
fiscalidad del 1% en el Impuesto de Sociedades. Para rematar, el SAREB podrá
convertir sus activos en bonos estructurados (titulizados) o su aseguramiento
mediante derivados, con lo que volvemos a redundar en los vehículos financieros
que sirvieron a la burbuja.
Como la financiación será fundamentalmente a través de emisión de deuda
avalada por el Estado y subordinada, si los activos no tienen la rentabilidad
esperada, o la rebaja estimada es insuficiente, volvemos a transformar pérdidas
privadas en públicas.
Nos encontramos, por lo tanto, ante un juego financiero de alto riesgo
en el que, como en un castillo de naipes, cada pieza se sustenta en un
equilibrio inestable sobre otras: es necesario que los bancos “sanos”
participen, que se desprendan a la vez de su bolsa inmobiliaria, que los
inversores extranjeros vean atractivo entrar en el SAREB, y que los planes de
venta de los activos sean reales.
Esta no es una medida tan improvisada como la de los desahucios, pero
responde al mismo pánico del Gobierno,
que cegado por sus prejuicios dogmáticos no ve otro camino de recuperación que
el de tapar el enorme agujero financiero creado por la banca privada utilizando
las mismas soluciones que lo han originado.
La solución socialmente justa, la creación de una banca pública con los
bancos rescatados que movilice el crédito y cree vivienda social, está más allá
de las posibilidades de su concepción política.
El derecho a la vivienda o al alojamiento de las personas es un derecho
humano esencial con el que no cabe especular. Attac Madrid exige urgentemente un cambio de rumbo en esta política
desastrosa mediante:
- Una paralización inmediata de todos los desahucios en curso, debido a la situación de emergencia en la que nos encontramos.
- La reforma de la Ley de Enjuiciamiento
Civil y de la Ley Hipotecaria que no permita adjudicaciones en subasta menores del 80% de la tasación original.
- La aprobación urgente de una
Ley de Segunda Oportunidad
para evitar que las personas hipotecadas y desahuciadas mantengan una deuda con
el banco. Este tipo de ley ya existe en países de Europa como Francia y
Alemania.
-
La constitución de un parque
público y permanente de vivienda sin posibilidad de acceso diferido a la
propiedad mediante la utilización
de bolsas de suelo y de viviendas en manos de las entidades financieras
intervenidas o rescatadas con dinero público.
- Una política de fomento del alquiler social que
trascienda una función meramente asistencial y apueste por el alquiler social
como una forma digna de acceso a la vivienda para amplias capas de la
población.
- La creación de una banca pública que tenga como objetivo
prioritario financiar políticas públicas y privadas de vivienda en alquiler
social.
- La creación de una comisión institucional e
independiente para delimitar responsabilidades de esta situación,
que sea ajena a partidos políticos, entidades financieras y grupos
empresariales implicados.
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